Esta web utiliza cookies para mejorar su experiencia de uso y ofrecer publicidad de interés. Al navegar por ella acepta su uso. Más Info.

Julio Lezcano Mateos


Un cuento hecho por mí: ¡Por no hacer caso!

Un día frío de invierno, Paula, una niña de 10 años estaba dando un paseo con sus padres. Estaba muy emocionada porque le habían comprado un nuevo juego para la consola.
Paseaban por la Plaza de Colón, en Madrid. Como habían caminado tanto decidieron pararse y sentarse en un banco para hacer un descanso. -Veo, veo-dijo paula. Sus padres sabían que Paula quería jugar al Veo, Veo. -Estamos muy cansados-dijeron los padres. Paula se enfadó.
De repente pasó por delante un hombre con un carrito vendiendo helados.

  Paula no pudo resistir la tentación, así que se levantó para llegar al carrito de los helados. ¡No vayas!- dijeron los padres. Sus padres repitieron esas palabras unas 6 veces, se levantaron y fueron tras ella.
A paula le gustaban tanto los helados que no podía parar. Los padres estaban muy asustados, ya que Paula había corrido tanto que éstos no podían verla. Paula perdió de vista al heladero, así que decidió parar. Paula se volvió y…¡¡TRAS!! ¡Se chocó contra un poste! Calló al suelo. Paula se levantó y sigió andando, aunque estaba un poco débil.
Quiso volver a casa, porque intuía que sus padres estaban ahí. Tuvo que pasar por un puente, donde debajo de él había un río. Al cruzarlo, Paula estaba en tal mal estado por aquel golpe que se cayó al río.

Otro problema para la pobre Paula…La corriente del río la llevaba rapidísimo. Un hombre ya mayor, estaba pescando cuando vió a Paula bajar por el río.
¿La salvo, o no la salvo? ¡Esa es la cuestión!- pensó aquel hombre. ¡Sí!-asintió. Se tiró al río al puente y la salvó. Se la llevó a su casa para que no le pasara nada. Paula abrió los ojos, y al ver dónde estaba le preguntó al hombre: ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?.
Ambos se dieron a conocer. Le dijo a Paula que se llamaba Alfonso.
Paula le explicó a Alfonso lo que había pasado, y él la llevó al hospital. Allí la trataron bien y le dijeron lo que tenía que tomar. Alfonso la llevó en coche hasta su casa y allí la dejó. Sus padres se alegraron mucho de verla. Le dieron las gracias a Alfonso y todos tomaron un chocolate caliente. Nada mejor para un día frío de invierno.
Moraleja: Escuchar a los mayores que te quieren.

2 comentarios

Aún no hay comentarios.

Suscripción RSS a los comentarios de esta entrada.

Disculpa, los comentarios están cerrados.